Miguel de Cervantes y William Shakespeare son considerados las dos figuras más influyentes de la literatura occidental. Cada uno encarna, en su idioma, la cima de la creación literaria: Cervantes en la prosa y Shakespeare en el drama. Ambos lograron retratar con una profundidad sin precedentes las virtudes, miserias y contradicciones del alma humana, convirtiéndose en referentes universales que han trascendido las fronteras de sus respectivos países.
Sin embargo, más allá de la admiración unánime que despiertan, existe una cuestión fascinante que ha intrigado a algunos historiadores: ¿y si Cervantes y Shakespeare no fueran, en realidad, dos autores distintos? Diversas hipótesis, apoyadas en evidencias circunstanciales, han llegado a sugerir que ambos podrían haber sido la misma persona, con Cervantes como el verdadero genio oculto tras la obra firmada por un supuesto dramaturgo inglés.

Sabemos que Miguel de Cervantes murió el 23 de abril de 1616, la misma fecha en que quedó registrada la muerte de Shakespeare, aunque en Inglaterra aún se utilizaba el Calendario Juliano, que tenía 10 días de retraso. El entierro de Cervantes fue muy humilde y nada ceremonioso. Al parecer, dos modestos poetas, de quienes casi nada se sabe, siguieron la fúnebre comitiva. No se colocó sobre la fosa lápida ni inscripción, ni siquiera un humilde azulejo. No sabemos dónde está su cuerpo, ya que ningún familiar, sacerdote o amigo se tomó la molestia de marcar la tumba.
No existen tampoco retratos autenticados de Cervantes en vida. Todas las imágenes que nos quedan de él son imaginadas, ya que se realizaron tras su muerte. Además, existen serias dudas sobre si vivió en la casa de Esquivias, que ahora se muestra a los turistas como su vivienda. Y la casa donde supuestamente nació Cervantes, en Alcalá de Henares, fue derribada en 1955.
Leyendo Don Quijote de la Mancha, encontramos 34 referencias que indican que el verdadero autor de la narración original es un historiador árabe llamado «Cide Hamete Benengeli». No puede haber existido nadie con ese nombre. «Cid» en España es un título de la más alta estima; «Hamet» es como «Hamlet» sin la «L»; «Ben» significa «hijo» en hebreo y árabe; «Engeli» podría significar «Inglaterra», algo que parece una pista deliberada hacia una conexión inglesa. Además, Cervantes, en el prefacio de su obra, asegura que no es el padre de la criatura, sino su «padrastro».
Otro personaje imaginario es Thomas Shelton, el primer traductor inglés de *Don Quijote*. No hay ninguna referencia de ese nombre en 1605, cuando el Quijote se publicó en Madrid, o en 1612, cuando se publicó en Londres. El único escrito que nos ha llegado de él lo encontramos en el prólogo de la obra traducida, donde dice: «Having translated some five or six years ago, The Historie of Don Quixote, in the space of forty days… (habiendo traducido hace unos 5 o 6 años atrás, la Historia de Don Quijote, en 40 dias …» El libro se registró en Londres en enero de 1611. Como Shelton dice en su prólogo que lo tradujo 5 o 6 años antes, eso nos lleva hasta 1605, que es aproximadamente la fecha en que el libro original se publicó en Madrid (enero de 1605). Resulta difícil de creer que en aquellos tiempos alguien pudiera traducir 500 páginas en cuarenta días como afirma, a no ser que conociera la monumental obra al detalle.

Para comprender mejor las semejanzas, debemos situarnos en aquel momento de la literatura. La mejor obra sobre Escocia era «Macbeth»; sobre Italia, «Romeo y Julieta», «El mercader de Venecia» y «Otelo»; sobre Roma, «Julio César»; sobre Egipto, «Antonio y Cleopatra». Dinamarca estaba representada en «Hamlet»; y los dramas históricos escritos por Shakespeare estaban entre las mejores obras nunca escritas sobre Inglaterra. Obras todas ellas escritas por un mismo autor. Pero, sin embargo, faltaba un país europeo en su repertorio: el país europeo más importante de aquella época, España.
Curiosamente, casi al mismo tiempo surge otra obra genial de arte literario cuyos personajes residen en pleno corazón de España, una obra que traspasaría fronteras por su genialidad, y cuyo protagonista sufría de un tipo de locura semejante al de su contemporáneo Hamlet: Don Quijote. La locura de ambos personajes es utilizada como un dispositivo narrativo central para explorar temas como la realidad versus la ilusión, la identidad humana y la crítica social. ¿Cuales son las probabilidades de que esto sea una casualidad? Los genios y las obras de ese calibre no se dan así como así. De hecho, no se han vuelto a producir.
En realidad, todo apunta a que Cervantes y Shakespeare eran la misma persona. Es un hecho conocido que Cervantes, como soldado, viajó por media Europa, sobre todo por Italia donde residió varios años, el escenario donde se desarrolla un importante número de las obras de Shakespeare. Todos aquellos años de guerras, viajes y cautiverio relatados por Cervantes pudieron ser tan solo licencias literarias que le permitieron disfrazarse de Shakespeare para escribir y representar sus obras de teatro en Inglaterra.
De Shakespeare bien poco conocemos de su vida y andanzas, especialmente durante las épocas en las que se Cervantes alcanzaba notoriedad pública. La vida de Shakespeare está llena de vacíos inexplicables, que los eruditos suelen denominar como los «años perdidos». Aunque no sobrevive ningún registro de asistencia, se afirma que Shakespeare fue educado en Stratford-upon-Avon. Tampoco existen hechos documentados sobre su vida desde que supuestamente dejó la escuela en 1578, y se casó con Anne Hathaway en 1582.
¿Qué estaba haciendo Cervantes durante los «años perdidos» de Shakespeare? En 1570, Cervantes se había alistado como soldado en un regimiento de infantería castellano estacionado en Nápoles, y continuó su vida militar hasta 1575, cuando su barco fue atacado por corsarios argelinos, que supuestamente le llevaron a Argel, donde, según su propio testimonio, pasó cinco años como esclavo. Después de su liberación, los años siguientes lo vieron trabajando para la Corona española como agente secreto en tierras extranjeras. Suena como la trama de una novela …
Entre 1582 y 1592, solo hay cuatro hechos documentados sobre William Shakespeare:
- 2 entradas para el bautismo de sus hijos en 1583 y 1585.
- En 1589, un documento judicial nombra a William Shakespeare y sus padres en una disputa por tierras.
- En 1592, se le menciona en un famoso panfleto llamado «Groatsworth of Wit».
¿Qué estaba haciendo Cervantes durante ese tiempo? El 12 de diciembre de 1584 se casó en Esquivias (Toledo), con la mucho más joven Catalina de Salazar. Durante los 20 años siguientes, llevó una existencia nómada y durante muchos periodos intrazable, trabajando en ocasiones como agente de compras para la Armada Española, algo que le costó varios encarcelamientos por irregularidades en las cuentas.
No hay duda de que las obras de William Shakespeare requerían un conocimiento significativo de astronomía, derecho, navegación, asuntos militares, por no mencionar de Italia, donde se basan muchas de sus obras. Debido a este hecho, los eruditos han debatido que la experiencia en estos asuntos debe haberse obtenido durante los «años perdidos». Cervantes era un experto en todos esos temas y, además, hablaba español, italiano, y latín. Sus pasajes dejan entrever un profundo conocimiento de la literatura clásica y la historia antigua.
Cervantes conocía la música y teatro de su tiempo, ya que escribió entremeses y poesías líricas. Y debido a su trabajo como recaudador de impuestos y comisario de abastos también tenía amplios conocimientos de derecho y administración.
Lo cierto es que las únicas escrituras que han sido probadas haber sido hechas por la mano del pobre hombre de un hogar analfabeto en el remoto pueblo agrícola de Stratford-upon-Avon son 6 firmas temblorosas e inconsistentes en documentos legales, entre las que se incluyen 3 en su propio testamento. Y revelan que el Sr. Shakspere (su nombre real) tenía dificultad incluso para firmar su propio nombre.
Ahora, voy un paso más allá y me pregunto: si el «Shakespeare oficial» no podría posiblemente haber sido el autor de esas obras, ¿qué escritor de ese período habría sido capaz de lograr el genio literario encontrado en las obras de Shakespeare, tenía un conocimiento significativo de derecho, navegación, astronomía, asuntos militares, etiqueta de la nobleza inglesa, había viajado toda por Europa, y había vivido en Italia durante suficiente tiempo como para familiarizarse con su cultura? La respuesta es que nadie, salvo Cervantes.
Cuando expuse esto en foros literarios ingleses, aparte de quedarse de piedra, algunos dudaron que Cervantes tuviera conocimiento alguno de las costumbres y tradiciones inglesas, y mucho menos de la vida cortesana inglesa. Pero, ¿cómo se explica entonces que Cervantes pudiera haber escrito algo como «La española inglesa» sin haber tenido un gran nivel de familiaridad con las costumbres y protocolos de la corte real inglesa? Juzguen por ustedes mismos en base a este extracto de las «Novelas ejemplares», publicadas por primera vez en 1613, tres años antes de la muerte de Cervantes, obra que retrata a la perfección la sociedad inglesa de la época, además de las vicisitudes sufridas por las persecuciones a miembros de la fe católica:
«Las galas estaban ya a punto, los parientes y los amigos convidados, y no faltaba otra cosa sino hacer a la reina sabidora de aquel concierto; porque, sin su voluntad y consentimiento, entre los de ilustre sangre, no se efetúa casamiento alguno; pero no dudaron de la licencia, y así, se detuvieron en pedirla.
Digo, pues, que, estando todo en este estado, cuando faltaban los cuatro días hasta el de la boda, una tarde turbó todo su regocijo un ministro de la reina que dio un recaudo a Clotaldo: que su Majestad mandaba que otro día por la mañana llevasen a su presencia a su prisionera, la española de Cádiz. Respondióle Clotaldo que de muy buena gana haría lo que su Majestad le mandaba. Fuese el ministro, y dejó llenos los pechos de todos de turbación, de sobresalto y miedo.
¡Ay decía la señora Catalina, si sabe la reina que yo he criado a esta niña a la católica, y de aquí viene a inferir que todos los desta casa somos cristianos! Pues si la reina le pregunta qué es lo que ha aprendido en ocho años que ha que es prisionera, ¿qué ha de responder la cuitada que no nos condene, por más discreción que tenga?»
Hay que tener en cuenta que Cervantes no podría de ningún modo haber estado interesado en que el público inglés conociera la verdadera autoría de sus obras por razones obvias. España e Inglaterra habían estado recientemente en guerra, y la Grande y Felicísima Armada había hecho un intento fallido de invadir Inglaterra. El gobierno de Isabel I de Inglaterra había emprendido una feroz persecución contra los católicos, especialmente aquellos de países extranjeros, que condujeron a miles de ejecuciones y la huida de cerca de 100,000 católicos hacia la Europa continental. Si las obras de Shakespeare hubieran llevado el nombre de un autor español, inmediatamente habrían levantado hostilidad entre críticos y el público general. Si además ese autor español resultaba ser un soldado católico que había servido como espía en tierras extranjeras para la Corona española y como agente de compras para la Armada Española, las posibilidades de mantener su cabeza unida a su tronco habrían sido cercanas a cero.
Hay muchos más hechos que agregan peso a la hipótesis de que Shakespeare era en realidad un Cervantes disfrazado, como la obra «The Distrest Lovers», que claramente es una transcripción del episodio de «Cardenio«, un personaje ficticio conocido como «el loco de Sierra Morena» con el que Don Quijote y Sancho Panza se encontraron. La transcripción literal de la obra de Cervantes es más que evidente. Ambas historias giran en torno a un complejo triángulo amoroso. En Don Quijote, Cardenio está enamorado de Luscinda, pero ella es forzada a casarse con el duque Fernando, un amigo de Cardenio. En la obra de teatro, que Lewis Theobald reconoció haber adaptado de un manuscrito hoy perdido de una obra de Shakespeare, los personajes y sus relaciones son idénticos. La traición de Fernando y el abandono de Cardenio por Luscinda son elementos centrales en ambas narraciones, generando un conflicto dramático que es el motor de la trama. En las dos obras, la traición provoca que el protagonista (Cardenio) enloquezca y deambule por la naturaleza. Al final de ambas historias, se produce una reunión de los personajes en la naturaleza, donde se revelan las identidades, se confiesan las traiciones y se restaura el orden social y romántico, con Cardenio y Luscinda finalmente juntos. La existencia de dicha obra de teatro en tiempos de Shakespeare fue confirmada sin lugar a dudas, ya que en el libro de contabilidad del Tesorero del Rey Jacobo I de Inglaterra (1566-1625) existen dos entradas que hacen referencia a una obra de teatro titulada Cardenno o Cardenna, representada por una compañía teatral identificada como la de William Shakespeare, la cual fue remunerada por las funciones.

Además, el inglés de Shakespeare (el autor) muestra claras influencias españolas y errores que son comunes entre hablantes nativos de español que intentan expresarse en inglés. Por ejemplo:
- Invención de palabras y préstamos del español: Shakespeare acuñó multitud se palabras o frases nuevas en inglés, muchas adaptadas del español o latín, algunas traducciones literales (como «sightless» para «invisible» en contextos poéticos).
- Sustitución de adjetivos por sustantivos: Frases como «In the dark backward and abyss of time» (The Tempest) sustituyen adjetivos por sustantivos, un patrón visto en el español. Además, el uso de verbos multisilábicos para rimar (influenciados por el idioma español e italiano) contrasta con los verbos monosilábicos comunes en inglés nativo.
- Verbo o el sujeto al final de la oración: Shakespeare gustaba de poner el verbo o el sujeto al final de la oración, en lugar de seguir el orden natural del inglés. Por ejemplo, «O, what a rogue and peasant slave am I» (sujeto al final), o «Some rise by sin, and some by virtue fall» (verbo al final), el tipo de construcciones usadas normalmente en español, pero raramente en inglés.
- Errores gramaticales típicos de hablantes de español: En obras como Otelo, se encuentra «Yes, you may have seen Cassio and she together» en lugar de «Cassio and her», un error común en hispanohablantes que confunden pronombres de objeto.
- Otro ejemplo es: «And his more braver daughter could control thee» (Otelo), usando «more braver» en vez de «braver» o «more brave», lo que refleja una sobrecompensación comparativa similar a estructuras españolas, lo que indica que el autor pensaría en español y traducía mentalmente.
Shakespeare solía tomar prestadas palabras del español que le fueran útiles, transformándolas y usándolas según le convenía, de manera similar a lo que hoy se hace con el spanglish. Hay al menos 1.500 palabras y frases diferentes que no aparecen en ninguna obra en inglés antes de que Shakespeare las utilizara, muchas de ellas traducciones literales o adaptaciones del español, italiano o latín, idiomas de los que Cervantes tenía un gran conocimiento. Entre ellas encontramos, por ejemplo: Addiction (adicción), Assassination (asesinato), Banana, Cannibal, Chocolate, Critical {crítico), Dislocate (dislocar), Frugal (frugal), Hurricane (huracán), Majestic (majestuoso), Malecho (mal hecho), Mosquito (mosquito), Obscene (obsceno), Pantaloon (pantalón), Potato (patata), Solitary (solitario), Submerge (sumergir), Traditional (tradicional), Vast (vasto), etc. Palabras que debieron sonar como cultas y exóticas ante el público de la época.
Por otra parte, cualquier hablante nativo de español puede confirmar que «Don Quijote» nunca podría haber sido escrito por alguien no criado en España. A pesar de que inversamente existen teorías sobre la autoría shakesperiana de las obras de Cervantes (Francis Carr abunda extensamente en esta teoría en su libro «Who Wrote Don Quixote?«), tuvo que ser Cervantes quien escribió todas las obras de Shakespeare, no al contrario, porque también es más que evidente que la lengua materna de quien escribió dichas obras no era el inglés.
Salvador de Madariaga, el historiador y escritor español, señaló que: «Hamlet y Don Quijote proporcionan uno de los paralelos más fascinantes en la literatura: posiblemente porque los dos poetas que los crearon eran contemporáneos y, sin conocerse, hablaban el mismo idioma.»
Carlos Fuentes exploró también la posibilidad de que ambos autores fueran el mismo hombre: «Cervantes deja abiertas las páginas de un libro donde el lector se sabe escrito y se dice que muere en la misma fecha, aunque no en el mismo día, que William Shakespeare. Se afirma además que quizás ambos fueran el mismo hombre.»
Si todo esto fuera cierto, Cervantes debió llevar aquella farsa hasta el final. Esa diferencia de 10 días entre la fecha ficticia de una primera muerte habría permitido a un ya probablemente agonizante Cervantes poder trasladarse a Londres para volver a morir en el cuerpo de Shakespeare, en el acto final de su existencia.
Como pensamiento final, no olviden que Shakespeare, perdón, Cervantes, también era actor, que por definición es alguien que engaña a la audiencia haciéndoles creer que es otro personaje. Y nadie puede negar que el hombre tenía un don especial para inventar todo tipo de historias, algo que le pudo llevar al punto de inventarse su propia vida. O vidas.
«… o somos o no somos» (que se puede traducir como «to be or not to be»). ¿Les suena familiar? Pues adivinen, ¿quién, de todos los escritores españoles, durante un periodo que abarca siglos, podría haber escrito una frase tan singularmente única, universalmente atribuida a William Shakespeare? El mismísimo Miguel de Cervantes Saavedra, en una cita de Sancho Panza, en el Capítulo XLIX de la Segunda Parte de El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha.
Véase también
- Miguel de Cervantes
- «Cardenio»
- «La española inglesa»
- Isabel I de Inglaterra
- Grande y Felicísima Armada
Referencias
Enlaces externos
- Autoría de las obras de Shakespeare
- ¿Cuántas palabras inventó Shakespeare en el inglés?
- La obra perdida de Shakespeare «inspirada» en el Quijote de Cervantes

Fundador de Hispanopedia.
Desarrollador de Aplicaciones Web / Administrador de Proyectos WordPress & WooCommerce